Ángel hechizado
Ángel de la nieve y el rocío.
Tu presencia, era suficiente para volver a sonreír
Tu sonrisa tierna, tu risita de murmullo, agua de azahar para el afligido.
Tus ojos de viva paz son ahora exclusividad de los aires
Tu silencio es sinónimo de sabiduría
Tu palabra acertada: Prudencia
Wisely, sabiamente Wisely
Mi mente recorre los lugares remotos de tu nombre,
Cassandra, espíritu soñador.
Estuviste con nosotros veinte años y un poco más
Nos elevaste en nuestro espíritu,
y a tus padres antes que a nadie;
Elevaste a los que te conocieron y a los que no, también.
A los que te conocieron: nuestras vidas fueron tocadas por la mágica luz de tu espejo
Por la hechizante miel de tu voz, por la frescura de tu amistad.
A los que no te conocieron: Posaste una mirada de ángel en sus ojos
Un retrato tuyo depositado para despertarlos del sopor.
Ángel hechizado, terminaste tu misión por estos campos
Nos dejaste cautivados y prendidos a un hilo de la memoria
Un hilo fuerte de plata que se acurruca con el susurro de la luna.
Nos dejas gozando las pequeñas gigantes cosas que compartiste con nosotros
Nos dejaste el ejemplo de tu juicio y dedicación,
de tu alegría risueña, de tu alegría triste.
Nos reconforta soñar con la energía interior de las ventanas de tu corazón
pese a la fragilidad de tu figura.
Nos dejaste ejemplo de sonreírle a esta vida traicionera,
Y burlarnos de nuestra eterna amiga calavera que nos acompaña.
Pegaste mariposas y flores a las paredes de esta vida galopante.
¡Sonríe y ríe Cassandra! ¡Ríe y sonríe!
La incomprensión me aturde, las lágrimas construyen una tapia en mi garganta,
mi humanidad me impide comprender que ahora brillas más que nunca,
que vives plenamente.
Antes sólo fueron pequeños momentos de vida.
Pasaste la frontera y te quedaste ahí,
¡Desprende ahora tus alas!
Acomódate en tu sillón y vigílanos.
Claroscuro, 2010. Editorial Línea andina, Lima Perú